Historias de El Pardo

Un lugar para el recuerdo de los Veteranos del Regimiento de Transmisiones



27/03/2009

El colombograma


Este era el nombre que se le daba a los impresos de telegramas que eran transportados por las palomas mensajeras. Como es obvio, el tamaño del impreso era mínimo y el papel muy fino, con el objeto de poder ser doblado en varias partes y a su vez enrollado sobre si mismo para luego introducirlo en un tubito de transporte hermético que se ataba a una de las patas de la paloma.

Explicaremos un poco cómo eran estos impresos. Si observamos la foto adjunta con un impreso a tamaño real, se puede ver en la parte superior izquierda una casilla en donde se anotaban los nombres del destinatario y del remitente (consignatario). En la casilla de la derecha se ponía la fecha y hora de la redacción del telegrama. En los cuadros centrales grandes se metían el texto o textos (si eran más de uno) que como se puede adivinar por el espacio del que se disponía, tenían que ser escuetos o más propiamente dicho: “telegráficos”. Uno de los recuadros se reservaba para estampar el sello de la Unidad militar y la firma del soldado palomero.

En la casilla inferior izquierda se anotaba el número del anillo y marca de la paloma. En la casilla central: fecha y hora de la suelta y, en la de la derecha: la hora de llegada.

Todos estos colombogramas se anotaban también en un libro de registro que era revisado y firmado a diario por el Jefe del Destacamento de Palomas.
Yo no fui palomero, pero un día, estando de cabo guardia en el polvorín, que como todos sabemos se encontraba justo al lado del Palomar, pude observar cómo se las ingeniaban los compañeros allí destinados para limpiar las dependencias. En un momento dado, abrían todas las compuertas por donde entraban y salían las palomas, después uno de ellos hacía sonar un silbato y entonces comenzaban a salir poco a poco las palomas iniciando todas ellas (unas 100) vuelos en circulo por encima del palomar a mediana altura. De esta manera los compañeros aprovechaban para lavar los aposentos con una manguera de agua, echaban desinfectante y llenaban todos los comederos. Una vez terminada la faena, otra vez a toque de silbato, las palomas se iban acercando y metiéndose cada una de ellas en su nido correspondiente. Con el detalle curioso de que hasta que no se metió la primera paloma no lo hicieron las demás. Esta escena me llamó mucho la atención.

Otro día ví una paloma mensajera solitaria que llegaba vete a saber desde dónde y se metió en una compuerta del palomar que tenía una puertecilla basculante. Al entrar, la puerta basculante tenía un mecanismo que hacía sonar una campanilla. De esta forma, el palomero de guardia se enteraba de que había llegado una paloma con un colombograma.

1 comentario:

  1. Amigo Julio, muy interesante lo que has escrito sobre ese sistema de comunicaciones tan natural como eran las palomas mensajeras. La única experiencia que tengo yo fue la siguiente:
    El cabo 1º que había de Jefe de Destacamento de Palomas en Ibiza fue relevado y entró en el calabozo un mes. Por lo visto le acusaron de quedarse con el dinero que le enviaban para el pienso de las palomas de aquel destacamento. Andaban buscando como locos un nuevo cabo 1º para sustituirle a él. No sé por qué me eligieron a mí, en principio me pareció bien la idea: Ibiza, buen clima, extranjeras guapas, playas y, sobre todo, exento de guardias, semanas y demás servicios, yo sería el jefe y tendría a mis ordenes tres o cuatro soldados y un cabo. Me hicieron el pasaporte y me dieron la orden de partir rápidamente. Los amigos y compañeros de promoción empezaron a decirme que yo allí me sentiría muy solo, las amigas que teníamos en El Pardo también me desanimaron, total que me agarré a un comandante que me unía cierta "amistad" a él y me arregló la difícil papeleta de renunciar a ese destino.
    Cosas de la juventud que uno no sabe bien lo que quiere...
    Un abrazo
    Antonio (Alicante)

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